Hannah Arendt es una de las intelectuales más prominentes del siglo XX. El Museo Alemán de Historia en Berlín dedica a esta polémica y significativa pensadora una exposición muy recomendable que se puede ver hasta el 18 de octubre de 2020.
A Hannah Arendt Königsberg, la ciudad de su infancia y la ciudad de Kant, le marcó el camino que habría de seguir en su vida. Desde los 14 años tuvo claro que quería estudiar filosofía. Muchas sentencias de Kant circulaban constantemente por Königsberg y tenían un efecto inmediato. Michael Wieck, cuya madre dio clases de violín a la joven Hannah Arendt, escribió: “Para muchos ciudadanos de Königsberg estos pensamientos se convirtieron en el alimento fundamental de su espíritu, un alimento que intentaban complementar durante el resto de sus vidas” (aquí). La influencia de la atmósfera espiritual de Königsberg en el desarrollo intelectual de Hannah Arendt es mucho más que un detalle biográfico. La exposición “Hannah Arendt y el siglo XX” en el Museo Alemán de Historia hubiera sido una buena oportunidad para afianzar en la conciencia pública este aspecto tan significativo y que tan a menudo pasa casi desapercibido.
Como miembros de la asociación del Museo Alemán de Historia sabíamos con antelación de los planes de esta exposición sobre Hannah Arendt en el Museo Alemán de Historia y habíamos solicitado una reunión con su presidente, el Profesor Raphael Gross, por medio de un escrito del 17 de mayo de 2018. Nuestra solicitud no fue correspondida. Lo más grave es, sin embargo, que la vinculación intelectual y personal de Hannah Arendt con Königsberg, la ciudad de su infancia, así como con el filósofo de Königsberg Immanuel Kant, ha quedado omitida casi por completo en la recientemente inaugurada exposición “Hannah Arendt y el siglo XX”.
A nuestro escrito en referencia a este punto del 10 de mayo de 2020 ha respondido el Profesor Gross el 14 de mayo de 2020 “que la exposición no está concebida como una exposición biográfica, en cuyo caso debiera haberse plasmado pormenorizadamente entre otras cosas también la infancia y la juventud de Arendt. Por esta razón, no tienen cabida aquí por sí mismas ni su ciudad natal, Hanover, ni aquellas en las que realizó sus estudios, Marburgo y Heidelberg, en la medida en la que son ciudades en las que vivió, pero en las que todavía no tuvo repercusión pública como intelectual”. El hecho de que el Profesor Gross parezca atribuirle un peso semejante al lugar de nacimiento de Hannah Arendt que al lugar de su infancia resulta extraño. Su lugar de nacimiento, Linden, (no Hanover, como escribe el Profesor Gross, ciudad en la que Linden quedó integrada 1920) no tuvo, al contrario de lo que pasa con Königsberg, para la cohesión familiar, la socialización y la impronta intelectual de Hannah Arendt ni la más mínima significación. Ya antes de cumplir tres años sus padres, que procedían de allí, regresaron con ella a Königsberg.
El Profesor Gross explica en su escrito de respuesta que como centro de la exposición “Hannah Arendt aparece como intelectual pública que se pronunció sobre temas del siglo XX”. En este sentido podría haberse incorporado a la perfección y sin mayor dificultad la huella que en y por medio de la ciudad de Immanuel Kant quedó en Hannah Arendt. Esto habría sido muy necesario, pues solo a la luz del espíritu cultural del Königsberg y sobre el trasfondo de la filosofía de Immanuel Kant pueden las declaraciones de Hannah Arendt como intelectual pública adquirir todo su significado. No haber establecido esta conexión es la lamentable ausencia de una exposición que, por lo demás, es muy recomendable.
Amigos de Kant y Königsberg
Gerfried Horst
Marianne Motherby
27 de mayo de 2020
(Traducción del alemán al español: Miguel Oliva Rioboó – miguel.spanisch@gmail.com)